CURSO 2011/12

EN LOS OJOS DE DIOS:
ÁFRICA NOS ENSEÑA A VER EL MUNDO.

lunes, 25 de junio de 2012

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA

SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA

Is 49, 1-6
Sal 138
Hch 13, 22-26
Lc 1, 57-66.80


No es difícil para los ojos de fe descubrir en la vida la presencia y la actuación de Dios. Su amor lo inunda todo, lo abarca todo, nos seduce y nos atrapa. Desde nuestra concepción, su mano nos sostiene. La vida no se explica sin Él. Los que hemos puesto en Dios nuestro corazón vivimos y existimos por Él, para Él y en Él. Vence el Amor y gana la Vida, aunque, a veces esta convicción profunda se tambalee empujada por las realidades de odio y muerte que salpican nuestra existencia. Ojos de fe, ese es el secreto.

San Juan Bautista, con su vida y su palabra, nos invita a mirar a Jesús, y nos anima a ser luz para que la salvación de Dios alcance a toda la tierra (primera lectura). Es ejemplo y modelo de Misión.

Ya su nacimiento nos enseña que de lo estéril Dios es capaz de sacar vida. El arcángel Gabriel se lo recuerda a María y le enseña que para Dios no hay nada imposible. En Dios, ciertamente, no hay terreno yermo, ni muerte ni desolación. Por eso, cuando parezca que la esperanza se ha agotado y la vida se vuelva árida, la natividad de San Juan nos grita que en Dios todos los campos son fértiles.

Dios apuesta por la vida porque su proyecto necesita de profetas que iluminen en la noche, que rompan el silencio de la duda (Zacarías en el evangelio), que derramen el agua de la vida sobre los corazones abatidos, que preparen el camino del Señor, que se enfrenten a la muerte en nombre de la verdad y de la justicia. Profetas humildes que no merecen desatar las sandalias del maestro (segunda lectura), que no se pregonan a ellos mismos, que no buscan aplausos, que no acaparan las miradas de la gente, porque ellos sólo anuncian a Cristo, se contentan con señalar a Jesús.

Dios apuesta por la vida porque no hay muerte capaz de frenar su Reino y surgirán nuevos profetas que, desde las entrañas, se emocionarán ante el encuentro con Cristo, como San Juan Bautista en el seno de Isabel. Profetas que llamen a la conversión, porque sólo el camino que conduce a Jesús nos humaniza. La sociedad y este sistema que sufrimos se empeñan en convertirnos en personas sin alma, muñecos manipulables, consumidores de bienestar sin más vida que el consumo; pero el plan de Dios sigue adelante y de ese erial se alzarán las voces que gritan en el desierto: “preparad el camino al Señor”, porque no hay nada estéril para Dios.

Esa es la verdadera hoguera que has de prender, la que arda en tu corazón como abrasó el de San Juan, la que te recuerda que tú también eres profeta, que Dios y el ser humano necesitan caminos de encuentro, caminos que tenemos que preparar con la mirada fija en Jesús…, con ojos de fe.
José Ferrer

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