CURSO 2011/12

EN LOS OJOS DE DIOS:
ÁFRICA NOS ENSEÑA A VER EL MUNDO.

REFLEXIONES


EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO


Al contemplar el corazón de Dios, unidad de amor; al sentir sobre nuestro ánimo su aliento que nos empuja; podemos pensar que lo divino está tan lejos que sólo nos roza su presencia, que es inalcanzable para nosotros, pobres pecadores. Y es verdad.
Pero por amor gratuito, sin merecimiento alguno, esa distancia ha desaparecido desde que Dios asume nuestra carne en la persona de Jesucristo. Dios se hace humano en la debilidad de lo humano. En el cuerpo de Cristo, nuestra frágil naturaleza se ha convertido en camino hacia Dios.
Nada hay más sagrado que el cuerpo de una persona que va derramando su sangre a lo largo de la vida. Los cuerpos destrozados del mundo de tantos hombres y mujeres, víctimas de la barbarie y el despropósito, son hostias vivas, sacrificio santo. La sangre que ha regado y, desgraciadamente, sigue bañando campos de muertos, sobre los que se asientan el poder y la riqueza de los tiranos, es la señal de la nueva alianza.
El dolor de un pobre es la mejor custodia para el cuerpo de Cristo. Él sólo entiende de amor entregado, de pasión por el Reino, de fidelidad hasta el final.
“Haced ESTO es conmemoración mía”, entregaos como yo, amad como yo, morid como yo, vivid como yo.
Cuando extiendas tu mano o abras la boca para recibir el cuerpo del Señor, recuerda que no hay comunión sin entrega, sin amor que se ofrece y se regala hasta la extenuación; recuerda que el cuerpo del Señor no huele a perfume ni a cremas, sino a sangre derramada, a clavos y a heridas abiertas; recuerda que el cuerpo del Señor no inspira comodidad, seguridades materiales, bienestar y confort, sino sacrificio oblativo, amor que se desvive y se vacía.
Y recuerda que comulgar es construir tu persona en la persona de Cristo; que por las calles no pasea bajo palio la magia de un Dios oculto, sino el amor de Dios que se entrega al mundo para tú te entregues al mundo por Amor.

JOSÉ FERRER



PENTECOSTÉS



Ruah, Pneuma, respiración de Dios, el aliento de Jesús: Espíritu Santo. ¡Qué pena da ver cómo la Iglesia ha usado al Espíritu, que es dinamismo, aire en movimiento, soplo de vida…, para fijar y encerrar en dogmas, para inmovilizar y definir!
Desplegad las velas y dejaos llevar por el aire de Dios que no para de soplar. No tengáis miedo, que el temor paraliza. No seáis prudentes, que la prudencia nos aburguesa. Sed osados, valientes y hacerle frente a la vida. ¿No es una osadía llamar a Dios Abba? Con razón dice San Pablo que eso sólo puede ser obra del Espíritu. ¿No es de valientes enfrentarse a uno mismo, a dudas propias, a complejos y a heridas? Con razón nos dicen los evangelios que fue el espíritu quien empujó a Jesús al desierto para enfrentarse a las dudas de su mesianismo dibujadas en las tentaciones.
No fue por prudente que crucificaron a Jesús, sino por defender la verdad, siempre la verdad con la fuerza del Espíritu. Y la verdad es Jesús tal y como aparece en los evangelios, el camino es Jesús tal y como aparece en los evangelios, y la vida es Jesús tal y como aparece en los evangelios. No lo desfiguréis en imágenes espiritualistas ni en intimidades romanticonas. Dejaos conducir hasta Cristo por el Espíritu Santo.
Feliz día de Pentecostés.
JOSÉ FERRER

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